sábado, 3 de septiembre de 2011

Cuando los jardines no son hermosos

Cuando la espalda empieza a doler y no puedes cambiar de postura intentas divagar para no pensar en el dolor, y da resultado, pero se llega a un dolor mental mucho mas agudo y profundo, mucho mas podrido, porque es como desenterrar la comida descompuesta que enterraste en el jardín de tu casa, aquella que no te comiste por pataletas infantiles y la comida tiene un olor insoportable, y está en todas partes porque intentas respirar por la boca pero no funciona, igual se siente la putrefacción de tus actos del pasado, y no solo tus actos, porque en el mismo jardín... TU JARDÍN, varios han enterrado parte de la comida que no quisieron comer y ya son olores entremezclados de diferentes descomposiciones, algunas con mas culpa, algunas con menos culpa, pero todas culposas al fin y al cabo. Resulta frustrante sentir el olor de la comida que nunca fue tuya que ni siquiera has desenterrado.
Cuantas ganas de odiarlos, de levantarte de tu jardín escapar del olor, pero a parte de la comida descompuesta también has encontrado tesoros invaluables entre esas tierras, cosas que te acompañan de por vida. Como las palabras del librito que leíste que nunca sonaron tan coherentes como en ese momento, o la canción que te hizo llorar por primera vez, porque antes la escuchaste acompañado, ahora la escuchas a solas.
Todo esto no lo puedes desconocer, pero cuando ya sientes que te desmayas porque el olor ya inundó no solo tus pulmones, sino también tu estomago, tus riñones, incluso tu corazón, cuando ya la sientes impávida en todo el cuerpo te vas, y te encuentras con otras personas en sus propios jardines, que también desentierran comida podrida, y los entiendes como nadie. Ahí es cuando se forma esa conexión que solo puede darse en una situación asquerosa como aquella.

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